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Nunca para mi una despedida significó tanto un saludo. O quizás no lo sentí yo directamente, pero lo sentí en los ojos de mi hermana cuando hace apenas un día y medio nos despedimos. Y digo que es un saludo porque aunque ella se despidiese de mi y de mis padres para no vernos en una larga temporada, hasta que nos volvamos a ver todo lo que verá será nuevo o estará visto desde un nuevo punto de vista.
Mi hermana Ana cogió un avión a Helsinki donde pasará unos días antes de ir a Imatra (Finlandia), la ciudad que la acogerá este año mientras estudia. Supongo que ahora todo es un poco un cúmulo de sentimientos encontrados, ya que uno no se puede sentir bien sabiendo que su hermana está a 4551 kilómetros en coche, pero sabe que esa es la distancia justa para que ella pase la experiencia inolvidable que sé que va a pasar.
No te voy a decir que lo disfrutes, porque estoy seguro de que lo harás. Pero si que te voy a pedir que te cuides, porque si.
Te quiero, hermana.
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